La Obra Social de Kutxa tiene activa una campaña de recogida de fondos para ayudar a paliar esta situación.

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Los fondos recaudados se destinarán a Médicos Sin Fronteras (MSF), que está trabajando en el lugar desde el inicio de la epidemia.

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El virus del Ébola ya se ha cobrado, hasta la fecha, más de 4.400 víctimas mortales. Este brote, activo desde hace siete meses, es la mayor epidemia de Ébola de la historia. A día de hoy ya afecta a seis países en África: Guinea, Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Senegal y la República Democrática del Congo.

A través de actividades de sensibilización sobre cómo evitar el contagio, mediante el tratamiento de los pacientes confirmados en los centros especializados y haciendo seguimiento de las personas que han estado en contacto con ellos, se está intentando contener el brote. Médicos Sin Fronteras cuenta con 3.253 personas trabajando en la emergencia, de las cuales 2.977 son personal local.  Pero este esfuerzo sin precedentes no es suficiente.

Los sistemas de salud pública en estos países están prácticamente colapsados, el personal sanitario ha sido el primer afectado por la epidemia o ha abandonado sus puestos de trabajo por miedo a contagiarse. La falta de atención médica hace que mueran otros enfermos de malaria, diarrea y otras enfermedades que se pueden tratar y prevenir.

A diferencia de las anteriores, la actual epidemia de Ébola está siendo devastadora debido a que no sólo está afectado a las áreas rurales, más aisladas, si no que se ha propagado por las zonas urbanas, donde hay mucha más población y el riesgo de contagio es mayor.

En definitiva, la escala de la actual epidemia de Ébola no tiene precedentes en cuanto a la distribución geográfica, número de personas infectadas y víctimas mortales provocadas. Según las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del mes de septiembre de este año ya hay más de 8.990 casos declarados, aunque se estima que el número real de afectados es mucho mayor y se espera que el número de víctimas a finales de año sea dramático.

Aunque no hay cura para esta enfermedad, se puede reducir su elevada mortalidad al tratar los síntomas. Esto incluye administrar suero a los pacientes deshidratados por la diarrea y confirmar que no han contraído otra enfermedad como, por ejemplo, la malaria o una infección bacteriana como la tifoidea. No se puede tomar ningún medicamento concreto pero en una sala de aislamiento, se puede tratar a la gente, proporcionarles analgésicos y fluidos que ayudan a combatir la infección. De hecho, de los 4.500 pacientes tratados por Médicos Sin Fronteras, 2.700 fueron casos confirmados y alrededor de 1.000 han sobrevivido.

El trabajo de sensibilización, información y comunicación que se lleva a cabo es clave para que el virus no se propague. De hecho, a la vez que se están tratando a las personas enfermas, es esencial informar y sensibilizar a la comunidad sobre las vías de contagio y cómo prevenir la infección. La higiene, evitar el contacto físico con las personas afectadas o informar y trasladar a los posibles enfermos, son medidas fundamentales para parar la propagación del virus.

También es fundamental averiguar el origen de toda la cadena de contagio. Para ello, se realiza un seguimiento de todas las personas que hayan tenido contacto con los pacientes positivos -pudiendo haberse infectado- y se les aísla a la primera señal de infección.

Por otro lado, que los pacientes curados puedan reintegrarse a la vida normal en sus comunidades es también primordial. Para evitar que todos aquellos que han pasado por una situación tan complicada sufran el estigma y el aislamiento por parte de sus familiares y amigos, hay que poner mucho cuidado en explicar de manera comprensible, sencilla y clara que una vez que un paciente se cura, ya no puede infectar a nadie.